

La OEA debe ser el principal foro multilateral de diálogo político del hemisferio. Los pilares que deberían guiar el trabajo de la OEA y de su Secretaría, relativos a la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo, requieren ser revitalizados, y servir de base para construir una agenda positiva. Esto será posible solamente si retomamos el camino del diálogo, de los acuerdos, de la negociación respetuosa de las diferencias. En síntesis, se trata de construir unidad en la diversidad, en apego al mandato de la Carta fundacional de la Organización y al derecho internacional. Esta tarea es realizable; facilitar el diálogo y los acuerdos entre sus 34 Estados se parece mucho al rol que me correspondió ejercer trabajando para los 193 Estados que integran la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La OEA tiene, en sus instrumentos normativos y fundacionales, el potencial para acercar posiciones divergentes, lograr acuerdos y superar conflictos. Podemos impulsar la paz y la unidad del hemisferio y no la confrontación y la división.